martes, noviembre 21, 2006

Historias del Vacío 2



VÉRTIGO


Alas diminutas vuelan haciéndote cosquillas en la
nariz. En la oscuridad te levantas temblando y
resbalas con esa sustancia pegajosa. Tienes un
panal en el cerebro. Te arrastras hasta tocar la
pared y cinco dedos suben como araña buscando
encender la luz. El foco parpadea unos segundos
y en seguida estalla esparciendo una lluvia punzo
cortante por toda la habitación. Las abejas
emprenden su vuelo vertiginoso despegando
desde el interior de tus orejas al tiempo que
emiten un agudo zumbido que te eleva de golpe
a una altura que te coloca al borde del delirio.
El piso es un campo minado y sin embargo
pretendes levantarte y avanzar rumbo a la ventana.
Un vidrio grande penetra en tu pie desnudo y el
dolor te hace gritar maldiciendo al tiempo que
misteriosamente se ilumina la estancia con un
resplandor verde y pálido.

Ahora estás paralizado de miedo observando tu
sangre que circula lentamente dibujando un
laberinto entre los cristales que reflejan tu
imagen multiplicada un millón de veces. La
ventana aún esta muy lejos, a varios kilómetros
tal vez; no obstante la luz verde te estimula con
una extraña mezcla de dolor y placer y la fuerza
expansiva de las imágenes que crea y recrea tu
cerebro, se asemeja bastante al estado alterado
que en otros tiempos buscaste vanamente en
las sustancias, que en secretas misiones
obtenías en el oscuro callejón de la Ciudad
Externa...

Pero, ¿Cómo es que sabes que este estado es
semejante?
¿Alguna vez lo conociste plenamente?
Y si así fuera, ¿Valía la pena volver a
experimentarlo?
Las manecillas corren demasiado aprisa.
Han pasado casi veinticuatro horas desde que
la última abeja despegó desde el interior de tu
cerebro. Con la mirada, solo con la mirada
lograste llegar a la ventana, pero el repentino
sobrepeso de tu cuerpo te impidió nuevamente
lanzarte al vacío.

Así que ahora vuelve la torpeza oficial
acostumbrada...
puedes estirar tus brazos, aún están ahí...
consigues andar paso a pasito por la
habitación, a través de las montañas de
vidrios...
Reacomodas los objetos inútiles que
se han quedado dormidos sobre la mesa . Das
un sorbo a los restos del café y con un profundo
suspiro enciendes el tubito blanco que te
acerca cada vez mas, cada vez mas...
y sentado cómodamente en ese pedazo de cielo
lleno de pelos de gato, has puesto a calentar los
recuerdos ajustando tus nervios a temperatura
espasmódica número dos. Conectas el cable
descontextualizado. Oprimes el botón verde y el
cuarto de ensueño es inundado por un frío estallido
de imágenes.
El humo dibuja fantasmas en el vacío
y tus ojos se posan en un punto en el espacio, más
allá de un acá intemporal y elástico. Oprimes ahora
el botón rojo y los sucesos que a continuación son
grabados resultan tan parecidos, tan iguales a la
película de ayer, de anteayer, de antes de anteayer,
que el ritmo de la secuencia de imágenes
esta a punto de cortocircuitarse en tu cabeza
ensombrecida y las posibles contradicciones en tu
guión cinematográfico quedan reducidas a un
vértigo succionante, que no es mas que la
consecuencia lógica de éste confortable
aturdimiento manteniéndote en vilo frente al monitor
azul, mientras afuera, las máquinas se apresuran
actualizando el software para desinfectar tu cerebro,
para mantenerte en ese estado vegetativo en
el cual todo es bienvenido y nada, absolutamente
nada importa.

Etiquetas: