lunes, abril 25, 2016

DERIVA # 9 - LA MOTA

Corría el año 2000 cuando un día me encontré en la calle al poeta mexicano José Francisco Zapata. Ya lo conocía de años atrás, en mis andanzas pachecas con un grupo de amigos que queríamos cambiar el mundo…¿Dónde he escuchado eso? Estrenábamos presidente y partido en el poder y creíamos, en verdad creíamos los mexicanos que la alternancia sería benéfica, que el PRI estaba derrotado por fin, Que Don Chente Fox con sus chistoretes y sus manotas cambiarían de una vez por todas en cinco minutos el futuro de nuestro amado y maltratado país. Pero el tiempo es implacable y todo lo pone en su lugar. Las mascaras tarde o temprano se caen y los rostros tras de ellas se muestran con toda la fealdad, con todo el terror de lo que son capases luego de siglos de estar ocultos a la rapacidad, acostumbrados a la mentira y la doble moral. De todo eso dan cuenta también los poetas como pararrayos bajo la tormenta, a manera tal vez de un filtro de energía o mejor como un catalizador que nos devuelve lo que no queremos ver ni saber, pero que al fin es lo mas necesario en momentos en que la humanidad se encuentra en una encrucijada o al borde del abismo.

 Los poetas son seres guiados, arrastrados por fuerzas naturales implacables que no necesitan mascaras, es mas, que no necesitan rostros específicos para cumplir su misión: devolvernos a nuestra primaria naturaleza, regresarnos al paraíso, limpios, impecables y desnudos, con un cuerpo reconstruido listo para el baile, para el grito primal, para crear el mundo. Antonin Artaud plantó la semilla del nuevo hombre en medio del desierto humano. La planta que creció, a duras penas bajo la peor de las adversidades sigue guardando celosa sus gotas de agua fresca para quien quiera beberla. La poesía es su fruto envenenado. Un fruto que es a la vez vida y muerte y que es De Todos y de Nadie. Pancho Zapata mascaba este chicle metafísico cuando nos encontramos, y yo, no ajeno a esos encantos me dejé llevar en su barca, la nave de los locos. Me invitó a un viaje que duró poco pero fue vertiginoso. Primero porque me pidió colaborar en su “Periódico de Poesía” DERIVA, que ilustré y armé a partir del número 6 con Don Pancho en mi casa, bajo el influjo de unos buenos toques, unas caguamas y claro, rodeados de libros y escuchando mis LPs a todo volumen. El primer resultado de esa colaboración lucía en su portada precisamente una mascara dibujada por mí: un rostro anciano, o mas bien envejecido a destiempo con el ojo derecho formado por dos pupilas en un solo globo ocular y el ojo izquierdo ciego, en blanco como no podría ser de otra manera. Al pie el texto explosivo de Artaud:

 “No hemos nacido todavía
  No estamos en el mundo
  Todavía no hay mundo
  Las cosas aún no están hechas
  La razón de ser no se ha encontrado.”

DERIVA, publicación de poesía se vendía en la calle, en presentaciones de libros, en fiestas y en cualquier lugar donde anduviéramos rolando cualquiera de los ahí anunciados como “responsables”, siempre cargando un tambache de ejemplares en la mochila para quien se dejara seducir por los encantos de La Poesía. Cooperación voluntaria, y si no traes un peso pero te tiemblan las piernitas por leerlo, pues te lo regalo. Así publicamos cada que se podía y con el apoyo en la impresión de la Cooperativa Pascual, otros cuatro o cinco números, no me acuerdo. Pancho consiguió distribuirlo en librerías Gandhi y eso ya era un gran paso. Y no me acuerdo porque no tengo todos los ejemplares y años después, cuando me volví a “topar”(palabrita favorita de Pancho) al poeta Zapata, me encontré con una DERIVA renovada, con un tamaño mas pequeño y transformada ahora en Revista… ¡Vientos,  le dije! Además pancho ya tiene varios libros publicados desde antes y después de DERIVA, uno de ellos escrito en mi depa, pues además nuestra amistad me condujo a aceptar que él ocupara una habitación quesque para ayudarme a pagar la renta… pero ya saben lo que pasa cuando dos locos se topan y luego comparten techo… pero bueno, eso es otra historia.

Lo que ahora me ocupa es el número 9 de DERIVA, íntegramente dedicado a la Mariguana, ese coco que sigue asustando a las cabezas bien pensantes (pero con doble moral) y el que este libre de pecado que arroje la primer bachita al escusado, que algún maldito la recogerá aunque de mierda se llene el hocico.
 No recuerdo si fue ese número o el 6, el de Artaud, el que andábamos vendiendo en el Zócalo del D.F. unas horas antes del concierto de Santa Sabina (Rita querida, te extraño inmensamente). El montaje del escenario estaba en proceso, Pancho y yo estábamos sentados debajo de la bandera Nacional, refugiándonos del sol infame en una rayita de sombra. En eso veo venir al flamante encargado de la cultura en el D.F., caminando lento, muy derechito, elegantemente vestido, venía al parecer a supervisar el montaje del escenario. Me acerque a él por detrás, sigiloso como un gato, para entregarle un ejemplar de DERIVA en sus manos: Alejandro Aura lo tomó y leyó en voz alta “La Poesía es de Todos y de Nadie”… me miró casi de reojo esbozando una sonrisa, dobló el periódico y lo metió bajo su brazo izquierdo. Luego siguió avanzando lentamente imperturbable para ver el escenario en construcción. Rita y los Sabinos aparecieron al rato todos fachudos para ver como iba la cosa y también recibieron sus ejemplares que inmediatamente se pusieron a leerlos.
Mas tarde, luego de ir a comer y chupar, Pancho Zapata y yo regresamos al Zócalo que ya reventaba de raza. Una vez comenzado el concierto yo me atreví a acercarme para vender DERIVAS a lo que pancho llamaba “El Primer Círculo de Fuego” y en efecto, la banda que estaba bailando como desquiciada mero enfrentito del escenario no tardo mucho en arrebatarme el bonche de papel para quemarlo, sí, quemarlo y hacerlo volar por los aires. Fuego es lo que merecía la Poesía, fuego es lo que era, de todos y de nadie, fuego destructor y purificador alumbrando la noche a ritmo de la música de Santa Sabina y la voz estremecedora de Rita Guerrero exorcizando a todo el personal.
Hoy, a 15 años de ser publicado, ese DERIVA número 9, con su manita de mota en la portada, impreso con tinta verde oscuro, verde militar, agotado de volada y medio oculto en el exhibidor de librería Gandhi, sigue siendo me parece tan actual, tan necesario, y no sólo ese sino tantas publicaciones olvidadas, desconocidas, ocultas, que bien nos vendría redescubrir para darnos cuenta que la Cultura Pacheca es mucho más de lo que pensamos, y puede ilustrarnos mas la Poesía, la música, el arte en general y sus creadores, locos o como quieras, mas de lo que algunos estudios científicos o mamotretos del poder reinante puedan ofrecernos, a costa de nuestra ignorancia colectiva, de nuestras aferradas ganas de omitir y descalificar por sistema todo lo que no entendemos y no queremos entender por miedo, siempre por miedo.
 Aquí te lo dejo escaneado para que lo leas o para que se lo mandes a tus enemigos o para lo que te de la gana… ¡Viva la Mota, Culeros asustadizos!

Giancarlo Galván. Abril 2016. México
...........................................................................................................................................................
(dale click para ampliar)